Venid Huestes de ángeles blancos y arrastradme por vuestra pulcritud, dejadme así, arrogante y sangrante con el consuelo de mi ego, mas os diré, que jamás fui tan feliz como cuando pude salir de ese cielo para volver a recoger los aromas del pecado. Ahora bien, amad vuestra perfección, que entre sus dulces venenos, aún me queda mi arte, ese que no se reza, ese que no es sagrado, ese que es hermoso por ser tan mundano..
Ogui Shuan
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